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Georges Martin

Nació el 9 de mayo de 1844, en Paris, en el seno de una familia originaria de provincias. Su padre, farmacéutico en Paris, esperaba que su hijo siguiera sus pasos. Se educó en el colegio jesuita de la calle L´homond. Alumno brillante, es una persona viva y voluntariosa, pero a sus maestros les preocupa su falta de docilidad. Bien es verdad que, desde muy joven, le interesan las ideas republicanas, ideas que no cuadran para nada con las de sus maestros, en una época en la que Francia vive bajo el régimen imperial de Napoleón III. Desde muy joven, asiste a reuniones públicas para expresar sus ideas, entre las cuales ya figura la de la igualdad entre hombre y mujer.

Hombre de acción, lo es también a la hora de poner en práctica sus ideas liberales y republicanas. En 1886, crea el servicio sanitario y durante algunas semanas, participa como enfermero de ambulancia durante el combate para la conquista de Venecia, al lado del republicano Garibaldi, en el marco de la construcción de la unidad italiana.

En 1874, es elegido por primera vez como miembro del Consejo municipal de Paris. Será reelegido tres veces. Atento a los problemas sociales, es nombrado consejero de vigilancia de la Asistencia Pública, organismo en el que propone numerosas reformas.

Georges Martin se declara ateo y racionalista, aunque respete escrupulosamente las creencias de los demás. Escribe una obra titulada Filosofía de un racionalista. Sin embargo, es crítico hacia las religiones que juzga como elemento de división entre los hombres. Defiende sus ideas para el triunfo de la Verdad, verdad que para él se llama Justicia.

Es iniciado el 21 de marzo de 1879, en la logia Unión y Beneficencia del Rito Escocés Antiguo y Aceptado; está convencido que la Masonería sólo puede ser constructiva si se introducen mujeres en ella. Más racionalista que esotérico, es profundamente tolerante; defensor de la libertad de creencia, combate el fanatismo y el dogmatismo.

Georges Martin

Su tenacidad le permitirá mantener y desarrollar una estructura que hubiera podido desaparecer rápidamente sin sus dotes de organizador ya que Maria Deraismes murió en febrero de 1894, menos de un año después de la creación de la primera logia mixta. Tiene que enfrentarse a la hostilidad de las Obediencias masculinas poco dispuestas a reconocer la creación de una estructura masónica en la que la mujer ocupe el mismo sitio que el hombre.

En 1889, se casó con Marie Eugénie Laîné. Ella compartirá con él sus luchas y llegará a ser la primera Gran Maestre de la Orden, en 1903, bajo el nombre de Marie-Georges Martin, hasta su muerte en 1914. No vivieron más que para la Orden y con su propio dinero mandaron construir en Paris la casa madre de El Derecho Humano, tras haber vendido su casa de la calle Vauquelin y sus propiedades de provincias. El inmueble, construido en el nº 5 de la calle Jules-Breton, es aún hoy la sede de la Orden Masónica Mixta Internacional “El Derecho Humano” y su Supremo Consejo.

Maria Deraismes

Maria Deraismes

Marie-Adelaïde Deraismes, llamada Maria, nació en Paris, calle Saint-Denis, el 17 de agosto de 1828, en el seno de una familia de burgueses liberales republicanos. Su padre era comisario de mercancías. Su madre, Anne Soleil, era la sobrina heredera de un óptico que dio su nombre a los cristales de los faros lenticulares.

Maria era una mujer culta, una consumada intelectual. Su educación fue superior a la de las jóvenes de su época, su erudición era grande. Estudió latín, griego, filosofía, la Biblia, los Padres de la Iglesia, las traducciones de los libros sagrados de la India y de las religiones orientales. A los 12 años, experimentó el arte oratorio y para ello, transformó el kiosco del jardín familiar en tribuna donde pronunciaba sus discursos. En su juventud, escribió varias obras de teatro que se interpretaban en los salones burgueses de su ciudad.

Eligió la soltería. Su padre murió en 1852 y su madre en 1861. Su hermana enviudó en 1865 sin hijos y se reintegró el domicilio familiar. Ambas hermanas tuvieron desde entonces una intensa vida intelectual y a su salón acudieron las personalidades más distinguidas de la democracia liberal. En 1866, con otras mujeres, Maria se lanzó a la batalla en pro de la emancipación femenina de la que se erigió como abanderada.

En una época en la que el papado y la prensa clerical atacaban abiertamente a la Masonería, el Gran Oriente de Francia, para defenderse, organiza conferencias públicas y Leon Richer la llamó a colaborar. Indecisa en un primer momento, acaba por aceptar tras la lectura de un artículo impertinente dedicado a las “bas-bleus” (medias azules), nombre que se les daba a las mujeres que tenían la pretensión de escribir. Esta primera conferencia sobre La Moral tuvo mucho éxito, la afluencia de público fue considerable y la prensa subrayó rápidamente las cualidades de esta conferenciante a la que no le faltaba valor. Hay que recordar que el Imperio, autoritario hasta el principio de los años 1860, había prohibido las conferencias cuyas ideas no fueran conformes con el pensamiento del régimen.

Sigue combatiendo a favor de la emancipación de la mujer a través de conferencias y coloquios. Los temas son muy variados, habla tanto de la moral como de literatura o de historia. Pide en cada intervención la integración de los derechos femeninos tanto políticos como civiles. Sus conferencias, más bien moderadas al principio, con el tiempo se vuelven menos conformistas

Durante más de quince años, Maria Deraismes frecuenta numerosas personalidades del mundo de las letras y de las artes, así como miembros influyentes de las Obediencias masónicas, que le piden que dé conferencias o que presida manifestaciones. No se puede ignorar a esta mujer y sus combates.

El 14 de enero de 1882, los masones de la logia Libre Pensadores, en el oriente (lugar geográfico de implantación de los talleres masónicos) de Pecq, le dan la Luz. No obstante, se le reduce al silencio masónico hasta el 4 de abril de 1893, fecha en la que funda, en colaboración con Georges Martin, la logia mixta El Derecho Humano.

En el banquete que siguió a su iniciación el 14 de enero de 1882 María expresaba: «La puerta que habéis abierto no se cerrará detrás de mí, y toda una legión me seguirá. Habéis dado una prueba, mis hermanos, de sabiduría y energía. Para vosotros un prejuicio está vencido. Sin duda sois una minoría, pero una minoría gloriosa, a la que pronto deberán adherirse la mayoría de las logias…”.

No llegará a ver la culminación de su obra ni la masónica ni la profana. Muere el 6 de febrero de 1894 y es enterrada con una ceremonia civil. Descansa en el cementero de Montmartre.